logob

A VilavellaPalomar de O Cachón

Situado en el barrio del Cachón, se trata de un palomar (lat. palumbale) de planta cuadrada que se sitúa en un lugar infrecuente, al lado del callejero. Construido en cantería irregular, el piso inferior fue la forja de un herrero y hoy es destinado a usos domésticos, mientras que el elevado acoge los nichos en piedra en los que dormían y criaban las palomas. En el rural de Galicia no es raro encontrar casas con palomas. Las más conocidas son los palomares aislados de los pazos y casas grandes, pero también hay otras casas más modestas con pombeiros en el desván o en una construcción adjetiva próxima, como es el caso.
Comer pichóns (lat. pipione, “que pía”) o crías de paloma era una delicatessen, un plato exquisito para días de fiesta señalados del que gustaban las familias más acomodadas. Álvaro Cunqueiro, en su libro La cocina gallega (1973), escribe: “En Galicia debió de almorzarse mucho pichón. Pazos y rectorales tenían palomares, — «palomar y ciprés, pazo es», dice el refrán —, y en las aldeas, en cada una más de dos casas tenían palomas”. Un refrán popular confirma la imagen de los palomares como símbolos de distinción social, así como el consumo restringido de los pichóns que en ellos se criaban: “Las palomas del abad las mantienen los vecinos y las come el abad”.